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Te buscaré en el silencio y en las canciones del Último de la fila

By 3 marzo, 2021 No Comments

Llegó el momento y estoy lejos, demasiado lejos.

Como esas casitas que se ven diminutas desde la ventanilla del avión.

Ahora eres tú la que me sobrevuela y yo te veo pasar dejando un hermoso rastro de purpurina en el cielo.

Una mariposa de alas brillantes atravesando el universo.

Quiero pensar que puedes desahogarte con alguna de las personas que te arropan.

Te imagino acurrucada al tibio sol de Dübendorf, junto a los tuyos, aprovechando cada minuto de luz.

Hay gente que muere y ni se entera, y en cambio a ti te tocó una muerte lenta. Demasiado lenta para una mujer llena de vitalidad como tú.

No sabes lo duro que se me hace no poder darte la mano o abrazarte.

Leí decenas de artículos sobre la curación del cáncer e imaginé que los avances te alcanzarían y que tal vez te curarías.

No ha sido así. A veces dicen más de lo que en realidad pueden hacer.

Has luchado como una guerrera por permanecer más tiempo con nosotros. Y lo has logrado gracias a esa fuerza que te caracteriza.

Me siento muy honrada de ser tu amiga y de haber sido testigo de tu existencia.

La última vez que te vi me dijiste que ahora que te encontrabas peor no querías convertirte en una quejica.

Muy propio de Britta, pensé.

Como cuando soltaste que no querías darte quimio para no suponer un gasto extra a tu país y yo te recordé la suerte de vivir en un país como Suiza.

Algo así sólo podía salir de un cerebro solidario y consciente, a veces excesivamente racional y práctico como el tuyo.

Recuerdo ese primer día lavándonos los dientes en el baño del instituto. Teníamos catorce y quince años.

Tú dijiste que me los lavaba mal y yo dejé que me enseñaras. Esa y otras tantas cosas.

Y desde aquel momento hasta ahora te he sentido como a una hermana mayor.

Si te soy sincera no estoy preparada para dejarte partir.

Me pregunto si alguien está preparado en algún momento para soltar a un ser querido.

Me vienen a la cabeza imágenes de caballitos de mar flotando en las profundidades.

Ellos también tardan un tiempo en soltar a los suyos.

Simplemente hay que hacerlo porque no te queda otra.

Y tengo tantas dudas.

Es la putada de no creer en las historias de la iglesia. Ojalá me las hubiera creído todas.

Pero a nosotras nunca nos convencieron los dogmas de fe, verdad? Somos más de cuestionarlo todo y de darle una y mil vueltas a las cosas.

Nunca olvidaré cómo preguntabas en clase; segura de ti misma, sonriente y con esa voz de soprano ligera.

¿Cómo se llamaba aquel profesor que no dejaba de mover la nariz?

Me ponía muy nerviosa.

¡Herr Lorenz! Aquel tic le hacía parecer eternamente resfriado.

Me fijé que sólo se calmaba cuando te escuchaba argumentar sobre el texto que analizábamos.

Con tu voz clara y rotunda, y esos ojazos azules siempre tan abiertos,

al mirarte parecía que estuviera celoso y a la vez sorprendido de tener frente a si a una alumna tan brillante.

Son pocas las personas que pueden hablar manteniendo la sonrisa. Incluso estando enfadada tú podías hacerlo.

La oruga muere para convertirse en mariposa. Se libera del cuerpo y se transforma.

Tú serás una hermosa monarca capaz de atravesar bosques y océanos, capaz de transgredir el universo.

Y te buscaré, en cada viaje. En las callejuelas de Barcelona. En las flores y montañas de Ftan.

Te buscaré en el silencio y también en las canciones del Último de la fila.