Susana Moll Sarasola, Susu, nació en San Sebastián durante el tumultuoso y efervescente último tramo del siglo XX. Aunque de familia vasca, pasó gran parte de su vida en Barcelona. Por ello en ella confluye la esencia de dos mares, el Cantábrico y el Mediterráneo.
Su música es una consecuencia más de la curiosidad artística que desde la infancia le ambula por el cuerpo.
A los ocho años, y no me es difícil imaginarla con sus enormes y reveladores ojos, escribía entusiasmada sus primeras canciones.
Quizá no encontró el auditorio adecuado en esos momentos pero eso no hizo sino avivar la fragua de sus sueños.
Estudió solfeo y guitarra, estudios que simultaneaba con sus clases de danza y, creyendo en la sana conjugación de las disciplinas artísticas, se adentró con su irreductible pasión en los entresijos de lo teatral e incluso en el Cine.
La bohemia no le impidió obtener una licenciatura en Filosofía y Ciencias de la Educación. Quizá por ello jamás rehúye el combate dialéctico para defender aquellas corrientes e ideas que merezcan su atención.
Haciendo suyo el ¿Quién dijo miedo? tuvo su aventura equinoccial allende los mares y recorrió la India de cabo a rabo.
Por esas latitudes asumió experiencias, elaboró ideas y, sobre todo, halló su otra gran pasión: el Yoga, disciplina de la que es maestra y cuyos conocimientos brinda con su natural altruismo.
Cuando su lado artista se desborda la faceta terapeuta viene en su auxilio y todo desemboca en sus composiciones. Una obra donde late su sensibilidad extrema y la percepción permanente de la belleza de lo humano y lo natural.