Nací para ser pájaro
pero me asustó cruzar el mar
y me quedé en tierra para siempre
aunque en sueños quería volar.
Y caminé descalza
y nadé junto a los peces.
En el estanque infinito
me llené de calma.
Y un día me corté las alas
pero crecieron con más fuerza
y empecé a volar.
Volaba tranquila y despacito.
Los vuelos cortos también son hermosos.
Y sobrevolé los árboles
en el atardecer naranja,
y el estanque infinito
se cubrió de plantas.
(Susu, 2018)