Wenceslao Cilveti Oficialdegui. Mi tío Wen. Le tenía especial cariño por su sentido del humor y su sabiduría innata. Por su capacidad para decir lo justo en el momento adecuado. Lo que Wen decía iba a misa.
Siempre coincidíamos en el festival de cine de San Sebastián. Y después de cada película tomábamos un vino y un pintxo. Gusto de verte Susi, solía decirme. Con esa solemnidad pausada.
Wen era en buena parte su gran voz, profunda, grave, con ese inconfundible acento navarro.
Oriundo de Artajona, estudió para sacerdote y fue misionero capuchino en Puerto Ayacucho, Ecuador.
Nunca me dio detalles de lo que vio allí. No era una persona especialmente egocéntrica. Contaba batallitas, las justas. Pero en resumidas cuentas, no pudo soportar la corrupción que había en la iglesia y terminó abandonando la orden. Era una persona de valores.
Entonces, ya en la treintena larga, cambió radicalmente el rumbo de su vida. Se fue a Londres a estudiar inglés y a trabajar de cualquier cosa. Una vez allí vio la oportunidad de apuntarse a un curso de informática. Nunca más le faltó trabajo.
También en Londres se produjo el encuentro más importante de su vida. Allí conoció a mi tía Eli, la hermana de mi madre. Se enamoraron y se casaron. Tuvieron a Jon y a Amaia. Y estuvieron juntos hasta su fallecimiento hace escasas horas.
Era ley de vida. Tenía 86 años cumplidos. El mayor de la familia. Todos sabíamos que podía suceder y sin embargo nadie lo esperaba.
Hace unos días lucía sonriente sentado en una terracita donde solía ir con mi tía a tomar una cerveza.
Ella cuenta que el confinamiento le pasó factura. Tenía la vitamina D por los suelos. Y eso le causaba cierta debilidad muscular, fatiga y cansancio.
Ahora forma parte de ese grupo de personas que se nos fueron sin previo aviso. Omitiendo despedidas.
Pero tal vez sea mejor no despedirse, decir ahí os quedáis, o adiós muy buenas.
Wen hubiera dicho: Gusto de veros! Y habría saludado levantando la mano.
Hace algunos años estaba preocupada por la educación de mis hijos y recuerdo que mucha gente me aturullaba con lo que supuestamente debía hacer y andaba yo más confundida aún. Entonces lo compartí con Wen.
Estábamos en Mallorca al inicio de una reunión y me dijo con esa su voz envolvente: Lo único importante es el ejemplo que les des. Lo que digas poco importa pero cómo actúes es lo que ellos aprenderán.
Fue de los pocos que me escribió para felicitarme por mi disco. Y cómo lo agradecí. Gracias a ambos, a Eli y a Wen.
No sé si este año se celebrará el festival. Imagino que si, guardando las pertinentes medidas de prevención. Lo que es seguro es que le echaremos horrores de menos.
Donosti sin Wen ya no será lo mismo.