He tenido pesadillas. Conducía un todoterreno y me metía en un túnel demasiado pequeño a toda velocidad. Me empotraba, y del golpe descapotaba el techo del coche. Iba con mi hijo pequeño. Ambos salíamos ilesos. Pero yo me sentía fatal por haberme cargado el coche. Prefiero no pensar qué puede significar. Pero la realidad es que hacía meses que no soñaba nada y sé que esta pesadilla tiene que ver con lo que se está cociendo.
Caer al vacío, volar, que se me caigan los dientes, querer gritar y quedarme sin voz son algunos de mis sueños recurrentes pero eso de empotrarme contra un túnel…?
Si algún efecto colateral tiene la crisis que vivimos es que está saliendo Todo a la luz. Estamos enfrentándonos con «la sombra» en términos Jungianos. Se están limpiando partes del Insconsciente Colectivo. Todo aquello que una vez fue reprimido o supuso represión alguna está supurando.
Es incómodo y doloroso cuestionarlo todo pero creo que lo que en realidad sucede es que estamos dando un salto evolutivo profundo. Y trato siempre de ser positiva, creo que si no sucumbimos y nos respetamos mútuamente en este proceso que estamos transitando, lograremos seguramente ser mejores; más justos, más igualitarios, más bondadosos y empáticos.
Como siempre hay gente que se resiste a cambiar. Pero eso siempre ha sido así. Tenemos también que contar con ello. Contar con esas resistencias.
En cualquier caso, muchas personas hemos empatizado con el dolor de Rocío Carrasco como con el de otras tantas mujeres que denunciaron y no sólo no fueron escuchadas sino que fueron duramente juzgadas por tribunales populares más propios de la Santa Inquisición que de nuestra época.
La historia de Rocío conjuga como mínimo tres temas por eso es más compleja de lo que parece a simple vista.
1. El trato de abuso que la prensa del corazón ha permitido contra algunos personajes públicos.
2. El machismo y los malos tratos tan arraigados en el mundo entero y que a menudo producen depresión en la mujer infiriendo profundamente en la relación con los hijos.
3. El síndrome de alienación parental que puede afectar tanto a padres como madres.
No hay derecho. Durante años se ha permitido juzgar y atentar contra el honor de las personas en medios de la prensa del corazón sin calcular los daños colaterales que esas injurias podían causar. Ese es un asunto que debe limitarse y controlarse. Establecerse leyes que defiendan a capa y espada esos derechos. El respeto al derecho a la intimidad y al honor ayudará a forjar una mayor igualdad entre hombres y mujeres y a desarrollar un lenguaje menos violento a la hora de explicar las cosas de ambos relativizando los juicios morales.
Es tan cierto como triste que en los últimos cuarenta años el machismo campó a sus anchas dejando un sin fin de víctimas por el camino. Miles de mujeres heridas o muertas.
Carmina Ordoñez, María Giménez y Bárbara Rey fueron algunos de los personajes públicos que rompieron cánones y estereotipos al pronunciarse públicamente y denunciar los maltratos a los que las sometían sus parejas, a su vez también conocidas. Ellas fueron muy cuestionadas. Muchos nunca las creyeron, jamás. Pero el pueblo vio por primera vez que la violencia de género afectaba a mujeres de distintas profesiones y condiciones sociales.
No sólo sucedió en nuestro país. También Charlize Theron, Nicole Kidman, Salma Hayek, Rihanna, Shakira o la mismísima Madonna sufrieron abusos y malos tratos y actualmente apoyan y subvencionan a organizaciones que defienden a la mujer. Sin duda estamos hablando de una de las lacras más oscuras y arraigadas que afecta al Mundo entero.
Es una realidad que muchas mujeres temen por su vida y por la de sus hijos pero también el miedo a perder la custodia de los hijos es uno de los miedos más dolorosos y antiguos que existe.
Y es justo decir que no es un miedo exclusivamente femenino. También puede sucederles a ellos. Para mi la diferencia tiene que ver con la etapa en la que se encuentren los hijos.
El hombre es más vulnerable como figura en la primera etapa de la infancia y la mujer en la adolescencia. Si padre y madre no se apoyan pueden causarse mucho daño mútuo.
Los bebés suelen preferir a la madre pero los adolescentes, habitualmente, se sienten menos atosigados y más cómodos con el padre. Evidentemente puede haber excepciones.
Pero en general, el padre es el encargado de ayudar a forjar el yo social del niño. Y tiene más facilidad para poner límites y normas claras.
Durante esa etapa, es normal que los hijos se distancien de la energía materna. Eso no significa que deban cortar con la madre si las cosas se hacen bien. La relación con la madre puede y debe seguir creciendo. Sin duda, lo más saludable para los niños es que integren ambas figuras, tanto la materna como la paterna, de la mejor forma posible.
La mujer, generalmente, representa los cuidados de la primera infancia. Es más compleja en matices y sensibilidad y por ello más propicia para los cuidados sutiles que requieren los niños pequeños. Y curiosamente es en esta etapa cuando ella tiene más poder, también en caso de deslealtad, para si se lo propone quedarse con los hijos.
En cambio los adolescentes ansían libertad. Si a eso le sumamos el hecho de que la adolescencia de hace veinte años empezaba aprox. a los catorce y ahora empieza a los doce, y que esos dos años de infancia son años fundamentales para lograr cosas tan importantes como tener éxito escolar o no caer en adicciones demasiado pronto, a partir de ciertas edades, sin el apoyo del padre, la mujer puede sentirse completamente fuera de juego. Si encima hay un trastorno por depresión debido a malos tratos, la situación se vuelve insostenible. En algunos casos, los adolescentes pueden volverse crueles hasta límites insospechados y atacar a sus propias madres.
Si no se hace buen equipo es probable que las cosas se tuerzan para la mujer. Por ello yo siempre pienso que la custodia compartida sólo funciona si hay una relación civilizada entre ambos progenitores. Si se puede llegar a acuerdos y pactos con normalidad. En caso contrario, puede convertirse en una jaula.
El apoyo de un mediador que piense en el beneficio de todos y evite que los adolescentes se confundan o pierdan en las grietas de una relación tóxica siempre será de utilidad. Pero a los niños no se les puede partir por la mitad ni meter en una guerra de bandos.
Así que son muchos los temas que está removiendo este documental.
Me parece positivo que vivamos con amor el proceso catártico en el que estamos inmersos como sociedad. Que no tengamos miedo a mirar y a hablar de las cosas. Tanto hombres como mujeres. Que se sepa lo duro que es convivir con un síndrome de alienación parental. Que se de voz a las víctimas, también si son hombres. Que se conozca lo imposible que se hace el ejercer como madre o padre cuando se produce la deslealtad. Y lo complejo que es defenderlo en un juicio.
Y para acabar, que entendamos que si la situación no mejora puede llevar a que uno de los progenitores desee quitarse de en medio. Es así de real y de triste.
Esa es la verdadera ruptura familiar. El punto al que nunca se debería llegar.
Ojalá entre todos, desde todas las instituciones y estratos sociales, logremos que esto no siga sucediendo.