Soy un animal herido
que espera el milagro de ser libre,
entonces ella aparece y me salva.
Dibuja atardeceres,
sobrevuela bosques,
recoge pájaros moribundos.
Me habla en sueños.
Intento silenciarla.
Pero el murmullo de sus voz
se cuela por las rendijas del alma.
Tengo un agujero en el pecho,
es un pozo infinito.
Estoy cansada.
Nada es suficiente.
Me tumbo junto a los cerezos y entrego mi cuerpo a la tierra.
De los dedos, del vientre, del cabello me brotan pequeñas raíces.
Y me quedo quieta, muy quieta,
entonces ella aparece
y me salva.